-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.
(Platón)

viernes, 28 de enero de 2011

Cómo salir del "creo" para llegar al "se". Descartes I

¿Podría uno reconocer que está dentro de una realidad virtual? (¡Otra vez la misma pregunta! ¿Recuerda alguien cómo se le puede contestar (si es que se puede)?)

Supongamos, por ejemplo, que al nacer te fue extraído el cerebro, se conserva vivo en una probeta y se le han conectado cables mediante los cuales recibes todos los estímulos que "crees" sentir.
O supón que vives desde tu nacimiento conectado a una máquina de realidad virtual,
o que estás dentro de un sueño (como decía el personaje de un drama de Calderón de la Barca "que toda la vida es sueño, y los sueños sueños son"),
o que eres realmente el avatar de alguien, o un personaje de una obra de ficción...
¿Cómo podemos saber si lo que que creemos ver es real, y no simples "fenómenos" o apariencias?
¿Cómo pasar del "creo" al "sé"?

martes, 25 de enero de 2011

Cantidad y cualidad. De la naturaleza de las cosas (naturales)

¿Cuáles son las propiedades reales de las cosas naturales?

- Según Platón y sus seguidores, y Aristóteles y los suyos (o sea, prácticamente todo el mundo antes del siglo XVI, menos los atomistas como Epicuro) las cosas se definen por diversas propiedades o cualidades.

Por ejemplo, el Fuego se define por la Sequedad y el Calor, las plantas se definen por la cualidad vital, la Vida, y así con todo. Conocer las cosas (naturales) es conocer sus cualidades propias o “esencia”, o “forma sustancial” (como la llamaron los aristotélicos medievales). (Moliere, el comediógrafo, se burló de esto, diciendo que el opio dormía porque tiene la “virtus dormitiva”. ¡Así lo explicaban todo los retrasados medievales!).

No es raro que una ciencia así no de lugar a mucha tecnología ni comercio. ¿Por qué?
Porque no se puede medir, es decir, no se puede reducir a cantidad.
- Este va a ser el gran postulado de la ciencia moderna: todo se puede medir y pesar.

Galileo dice: “la Naturaleza es un libro escrito en caracteres matemáticos”.
Muchos se acordaron de Pitágoras, quien se puso de moda, por diferentes motivos, en esa época “renacentista”.

Este postulado es mucho más importante para la ciencia que el uso sistemático de la experimentación sensible. De hecho todos los experimentos están encaminados a comprobar si determinada fórmula cuantitativa (matemática) es la que subyace a los fenómenos aparentemente cualitativos. En verdad, el color, el olor, y todo eso, no existen, son percepciones subjetivas, cualidades secundarias. Las cosas, en sí mismas, deben ser sólo cierta cantidad de espacio y tiempo, y como mucho, energía.
El mundo es homogéneo. Sus partes deben ser iguales, o sea, átomos.
Desde entonces, la ciencia sueña con encontrar una única naturaleza para todos los átomos: porque sólo eso puede medirse completamente.

Si esto lo aplicamos a los seres vivos, resulta que son máquinas químicas muy complejas; si lo aplicamos a los seres humanos, al arte, a la política… ¿qué resulta?

¿Qué os parece cada una de esas formas de ver la naturaleza, la “cualitativista” (aristotélica) y la “cuantitativista” (moderna)? ¿Os parece más lógica una que otra?
¿Creéis que tienen que ver con las ideas que nos hacemos de nosotros mismos en otros campos de la actividad humana?

lunes, 24 de enero de 2011

La navaja de la pobreza (reedición)

Occam es, quizás, el mayor “último medieval y primer moderno”.

-En el plano teórico, fue un nominalista empirista. La “navaja de Occam” es el principio metodológico que dice: “no hay que creer en más cosas de las necesarias”… ¿Necesarias para qué? Para explicar lo que ves, que es tu contacto primero y último con la realidad.

¿Para qué creer que el viento es movido por el dios Eolo, si basta con dar una descripción natural? ¿Para qué decir que la tierra es atraída por una “fuerza” gravitatoria, si basta con decir que el planeta sigue una geodésica (una elipse, concretamente) alrededor del sol? ¿Quién ha visto a Eolo o a la Fuerza? Eso son imaginaciones: nos gusta creer que la naturaleza es como nosotros, persona, espíritu. Pero… ni nosotros somos espíritus, sino cuerpos físicos.

El mundo sería igual tanto si existen los espíritus como si no, si fue creado por Dios como si no. Pero es más simple creer que no hay espíritus ni dioses, luego…
Aunque, aquí uno puede tener fe y creer, ciegamente (o luminosamente, dirá él) que hay dioses y demonios. Pero no podrá demostrarlo científicamente.
Así que separemos de una vez por todas Fe y Razón

-Occam defendió la pobreza también en la moral. “No hay que tener más cosas de las necesarias”, podríamos decir. ¿Necesarias para qué? Para ser bueno. ¿Bueno? ¿Qué es eso? ¿Dónde está lo bueno?

Miremos en el mundo: no, ahí no. En el mundo lo que hay, según la ciencia (que el propio Occam consideraba única legítima), son Hechos, no Valores. No es mejor la vida que la muerte, la desigualdad que la igualdad, al menos desde un punto de vista físico. Un objeto es azul, vivo, inteligente, pero no bueno o justo o correcto.

Entonces ¿quién dice qué es Bueno, lo Justo, lo Correcto?
Para el creyente, Dios.
Pero ¿lo Bueno, lo quiere Dios porque es Bueno, o es Bueno porque lo quiere Dios?
Si fuese lo primero (como creían los “racionalistas” incluido Tomás de Aquino) entonces habría valores objetivos, a los que el propio Dios debería atenerse, y nosotros podríamos, quizás, descubrir pensando.
Pero entonces Dios no sería libre, igual que uno no es un monarca absoluto si se tiene que atener a una constitución, sea escrita en papel o en su conciencia. Libre es quien puede elegir una cosa o la contraria, sin tener que dar explicaciones ¿no?

“Si Dios hubiese querido que fuese bueno odiar a tu padre, eso sería lo bueno”, creía Occam.

Así que olvídate de llegar por tus propios medios a saber qué es bueno. O crees en la religión, ciegamente y sin preguntar, o, si eres ateo… nada tendrá ningún valor, salvo el que tú, como monarca absoluto de ti mismo, le des (en ese momento, claro).

Aquí está todo lo moderno:

-Separación de fe y Razón, Iglesia y Estado, Valores y Hechos…
-Irracionalismo de los valores, la creencia… o sea, todo lo que tiene algún sentido.
-O fideísmo o individualismo absoluto.
-la razón como simple instrumento para la tecnología y el comercio.
-Al final: nihilismo: nada tiene sentido en sí mismo.

Todo esto lo heredó Lutero, y el pensamiento “científico-burgués”.

¿Reconoces esto en tu vida y en tu entorno?
¿Es mejor la situación moderna que la medieval?
¿Crees deseable y viable alguna otra opción?

domingo, 23 de enero de 2011

Creer (¿sin / para / con?) entender

He aquí diversas maneras de concebir la relación entre FE y RAZÓN.

A) Si lo que quieres es encontrar el sentido de las cosas y de tu vida, deja toda filosofía y toda ciencia, limítate a tener fe. La razón humana es incapaz de comprender el misterio de la existencia, el infinito poder de Dios. Es sólo soberbia humana creer que podemos descubrir los secretos del mundo. Pero Dios, en su bondad, nos ha revelado todo lo que necesitamos saber. (Fideísmo). “Reza y trabaja” (ora et labora); “Creo porque es absurdo” (Tertuliano), “Esto es locura para los filósofos” (Pablo). “Sola Fides” (Lutero)

B) La fe es superior a la razón. Por mucho que tu razón te presente creencias evidentes, si no crees antes que tu mente ha sido creada por un ser bondadoso que la ha hecho adecuada para el conocimiento, en vez de por un diablo que te hace equivocarte siempre o por el azar, no podrías saber si todo lo crees es algo más que una ilusión o un sueño. Así que si no crees no entenderás. Pero el creyente tiene también la obligación de razonar lo que cree, y también la razón es una creación de Dios. “La fe buscando entender” “La fe preguntando a la inteligencia”. (San Agustín, San Buenaventura, San Anselmo…)

C) No puede haber contradicción entre lo que nos dice la razón y lo que nos revela nuestra fe, porque ambas nos han sido dadas por Dios. Como nuestra razón es muy débil y se equivoca mucho, si dependiésemos sólo de ella, casi nadie encontraría el sentido de su vida. Por eso Dios nos reveló, por medio de la fe, todo lo importante para nuestra salvación, y dejó a nuestra investigación los detalles científicos. La razón no necesita a la fe para sus investigaciones, sino que le basta con la luz natural que hay en ella (los filósofos griegos, que no conocían la fe cristiana, o musulmana, llegaron a los mayores logros científicos y filosóficos), pero hay verdades que son inalcanzables para la razón (como la Trinidad o la Encarnación de Dios), y que sólo la fe puede hacernos conocer. (Santo Tomás de Aquino y otros filósofos teólogos).

D) Unas son las verdades de la fe y otras las de la razón. Muchas cosas que la fe declara como ciertas (la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, etc) son dudosas o incluso falsas según la razón. El creyente, en esos casos, elegirá su fe, y no intentará demostrar lo que no se puede demostrar. (Teoría de la “doble verdad”, atribuida a Averroes, Guillermo de Occam y otros).

E) La fe es una forma popular de expresar verdades filosóficas que la mayoría de la gente no podría entender si no fuese en el lenguaje mítico. (Racionalismo, gnosticismo)

F) La fe no es más que una forma primitiva y antropomórfica de intentar contestarse a las preguntas naturales y morales. Representa un estado primitivo de la mente humana, que debe ser suplantado por la ciencia basada en los hechos.
("Racionalismo ilustrado")
¿Cuáles de estas versiones crees que te llevaban directamente a la hoguera en la edad media, si caías en manos de la Iglesia?

¿Qué te parece cada una de ellas? ¿Cuál(es) crees que está(n) más extendida(s) hoy en el mundo? ¿Cómo crees que influyen en la historia?

martes, 18 de enero de 2011

El síntoma del "síndrome de Diógenes"

Hablando de los “grandes” me había olvidado (¡como no!) de los pequeños.

Diógenes de Sinope, "el Cínico" (siglos IV – III a. c.), quiso vivir de manera natural, es decir, sin los artefactos artificiales y las artimañas arteras de la sociedad y la convención. Por eso su casa era una tinaja, y sus únicas propiedades, un manto, un zurrón, una garrota y un cuenco… hasta que vio a un niño que cogía el agua con las manos, y entonces Diógenes se deshizo de su cuenco: "Este niño me ha enseñado que tenía cosas que no necesito".

Se dice que andaba con una linterna, diciendo que buscaba un humano. Pero, claro, sólo encontraba políticos, profesores, abogados, trabajadores, amas de casa…

Un día se masturbaba en la plaza pública de Atenas, y algunos ("gentecilla de bien" los llamaría Brassens) le reprendieron. Él contestó: -Ojala el hambre se quitase también sólo con frotarse la barriga.

Una vez Alejandro Magno fue a verle y le preguntó: -¿Puedo hacer algo por ti? Diógenes contestó: -Sí, que te quites, porque me tapas el sol.

No sé bien por qué extraños caminos se ha llegado a identificar su nombre con esa “enfermedad” (síndrome) de algunas personas que acumulan basura. Lo que demuestra esto para mí es que el verdadero síndrome de Diógenes lo padecemos los demás (incluido el santísimo Platón, que, según se cuenta, llamaba a Diógenes “Sócrates delirante”), porque sólo alguien que, como nosotros, esté con la mierda hasta el cuello es capaz de
-no darse cuenta de que los que acumulamos mierda somos los que tenemos mil cosas que no necesitamos y nos esclavizan

-confundir la libertad con la miseria y la riqueza con la higiene

(quien no se identifique con esta descripción, que no se sienta aludido)

Porque ¿Qué es la mierda?

(Os recomiendo esta canción, un poema del poeta y pensador español Agustín García Calvo, con música de Amancio Prada:
Libre te quiero



Pero no mía, ni de Dios ni de nadie, ni...
tuya siquiera

lunes, 17 de enero de 2011

Epicuro: cómo vivir felices sin consuelos

Parece que fue una persona amable, tranquila, poco arrogante. Él y sus amigos charlaban de filosofía en un jardín, por eso se les conoce como la escuela del Jardín, el Jardín de Epicuro.
A las personas honestas y descreídas como él, las autoridades, sobre todo las religiosas, les han perseguido siempre, como una gran amenaza. Casi todas sus obras se perdieron (curiosamente, el mejor resto de sus palabras se encontró en el Vaticano). ‘Epicúreo’ era, para la Iglesia medieval (y, posiblemente también, para la actual), un insulto. Bajo acusación de epicúreo era uno quemado vivo. ¿Por qué son tan peligrosos los epicúreos?

Sobre la realidad

Epicuro es materialista. Sobre dioses e ideas inmateriales, dice Epicuro, no podemos saber nada. Así que, para nosotros, es como si no existiesen. La realidad es lo que puede comprobarse a partir de nuestras sensaciones. Dice:

“La investigación sobre la naturaleza no debe realizarse según axiomas y legislaciones vanas, sino de acuerdo con los hechos. Hemos de preferir el método de las múltiples explicaciones basadas en los fenómenos, y admitiendo las que guarden verosimilitud. Si se rehúsa algo que está de acuerdo con la experiencia, entonces es evidente que hemos abandonado los límites de la ciencia de la naturaleza y hemos caído en la mitología”. [Epicuro. Carta a Pitocles]

La mejor explicación física, cree Epicuro, es la de que todo está compuesto de átomos y vacío.

“El universo ha sido siempre tal como ahora es, y siempre será igual, puesto que nada hay en que pueda transformarse, ya que más allá del universo no existe nada.
Es así mismo verdad que el universo está compuesto de cuerpos y de vacío. De la existencia de los cuerpos nos da testimonio la sensación. Si no existiera vacío, y espacio, y sustancia intangible, los cuerpos no tendrían ni dónde existir ni por donde moverse. De los cuerpos, unos son compuestos, y los otros, los elementos a partir de los cuales los compuestos se han formado. Estos elementos son indivisibles e inmutables, ya que su naturaleza es compacta. Además las partes indivisibles tienen una cantidad inconcebible de formas distintas. De cada una de estas formas existe una cantidad de átomos absolutamente infinita, pero en cuanto a sus diferencias son sólo innumerables. Los átomos tienen un movimiento continuo siempre. Igualmente hemos de tener en cuenta que los átomos no retienen ninguna cualidad de los objetos sensibles excepto la forma, el peso y el tamaño. Además, es necesario que los átomos que se mueven en el vacío sin que nada les intercepten tengan velocidades iguales, porque los cuerpos pesados no se moverán más rápidamente que los pequeños y ligeros si encuentran un camino apropiado y sin obstáculos”.


Los que estudiáis ciencias ¿reconocéis aquí algunas teorías muy modernas?

Sobre la felicidad

Pero ¿puede un materialista, que no sabe nada de dioses ni de almas inmortales, llevar una vida plena y feliz? Claro que sí. La naturaleza nos ha dado una buena guía para la vida: el placer y el dolor (a esto, como sabéis, se le llama Hedonismo). Pero hay que buscar el placer con inteligencia, porque muchos placeres conllevan grandes dolores. Por eso es mejor limitarse a satisfacer los deseos necesarios y menos cargados de riesgos dolorosos. Al fin y al cabo, la mayoría de los placeres consisten en anular el dolor que provoca la necesidad. Así resulta que el hedonista inteligente, según Epicuro, buscará la tranquilidad y la falta de necesidades (¡qué coincidencia, como los estoicos!).

Mucha gente se representa a los epicúreos haciendo grandes orgías, hasta las cejas de vino, etc. La verdad es que se pasaban el rato charlando de filosofía.

“De los deseos, unos son necesarios, los otros vanos, y entre los naturales hay algunos que son necesarios, y otros tan solo naturales. De los necesarios unos son indispensables para conseguir la felicidad otros para el bienestar del cuerpo, otros para la propia vida. De modo que si los conocemos bien sabremos relacionar cada elección o cada negativa con la salud del cuerpo o con la tranquilidad del alma, para no sufrir ni sentir turbación. Tan pronto como lo alcanzamos, ya no le queda al alma nada que desear. Pues el placer lo necesitamos cuando su ausencia nos causa dolor, pero cuando no experimentamos dolor también necesitamos placer.
Por este motivo no elegimos todos los placeres, sino que, en ocasiones, renunciamos a muchos cuando de ellos se sigue un trastorno aún mayor. Y muchos dolores los consideramos preferibles a los placeres si obtenemos un mayor placer por su causa”.

La autarquía la tenemos por un gran bien, no porque debamos siempre conformarnos con poco sino para que, si no tenemos mucho, con esto poco nos baste, pues estamos convencidos de que de la abundancia gozan con mayor dulzura aquellos que mínimamente la necesitan, y que todo lo que la naturaleza reclama es fácil de obtener, y difícil lo que representa un capricho.
Cuando decimos que el placer es la única finalidad no nos referimos a los placeres de los disolutos y crápulas, como afirman algunos, sino al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma.
[Epicuro. Carta a Meneceo. Extractos.]

El miedo de los miedos

Una de las cosas que más preocupan y atemorizan a los humanos es la Muerte. Todos vamos a morir. ¿Puede la vida ser feliz con ese destino a cuestas, esa espada colgando sobre nosotros? Epicuro cree que sí, sin necesidad de inventarse el mito de la inmortalidad del alma, que no es más que un consuelo que nos creemos por puro miedo, sin argumentos. El remedio contra la muerte es no pensar en ella, porque así no existe:

“Acostúmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bien y todo el mal residen en las sensaciones y precisamente la muerte consiste en estar privado de sensación. Por tanto, la recta convicción de que la muerte no es nada para nosotros nos hace agradable la mortalidad de la vida, no porque le añada un tiempo indefinido sino porque nos priva de un afán desmesurado de inmortalidad. Nada hay que cause temor en la vida para quien está convencido de que el no vivir no guarda tampoco nada temible. El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros porque mientras vivimos no existe, y cuando está presente nosotros no existimos. Así pues la muerte no es real ni para los vivos ni para los muertos.

Quevedo expresó a menudo eso de que no es más rico el que más tiene...

Mejor me sabe en un cantón la sopa,
Y el tinto con la mosca y la zurrapa,
Que al rico que se engulle todo el mapa,
Muchos años de vino en ancha copa.

Bendita fue de Dios la poca ropa,
Que no carga los hombros y los tapa;
Más quiero menos sastre que más capa:
Que hay ladrones de seda, no de estopa.

Llenar, no enriquecer, quiero la tripa;
Lo caro trueco a lo que bien me sepa:
Somos Píramo y Tisbe yo y mi pipa.

Más descansa quien mira que quien trepa;
Regüeldo yo cuando el dichoso hipa,
Él asido a Fortuna, yo a mi cepa.


¿Es el placer la medida de lo bueno? ¿Es aceptable con tal de que esté garantizada la máxima tranquilidad y el máximo placer?
¿Te parece buena la solución de Epicuro al problema de la muerte?

viernes, 7 de enero de 2011

Estar en forma. La filosofía de Aristóteles (reedición)

Aristóteles intenta explicar ese misterio que tenemos ante los ojos a cada momento: la realidad, la naturaleza.
Platón, como vio que la naturaleza no se ajusta a nuestro pensamiento abstracto, simplemente la negó. Pero la naturaleza existe, eso es evidente. Y es cambio.

Pero ¿cómo es la naturaleza?, se preguntó Aristóteles: ¿cómo es posible esa maravilla del cambio y la vida?


Los materialistas dicen que todos los fenómenos son sólo estados de una sustancia única, la materia. La Materia puede adoptar cualquier forma. Pero entonces… no tiene ninguna. ¿Cómo pueden salir las formas a partir de lo informe? Eso es como sacar algo de la nada. Aristóteles rechaza esta “explicación” (y este tipo de explicación está hoy muy de moda: se dice que la inteligencia nace de la evolución biológica, que las leyes físicas salen de la materia…). No, la forma no sale de la materia, en esto tenía razón Platón.
Pero Platón (y Parménides y Pitágoras) cometieron un error muy corriente: confundir cualidades con cosas, conceptos con realidades. Es propio de un pensamiento primitivo convertir en cosas o sustancias todo lo que podemos nombrar. Por ejemplo, los primitivos lo personificaban todo: el frío, la muerte,
la guerra… Engañados por el lenguaje, creemos que ‘Blanco’ es un sustantivo, y se refiere a una cosa. No, es una simple cualidad de ciertas cosas. Y eso pasa con todas las formas. Las formas (Ideas) son aspectos de las cosas, no cosas.


Las formas están mezcladas con la materia, y esta es la explicación de la Naturaleza. Si sólo hubiese materia, todo sería caos indistinguible; si sólo hubiese formas, todo sería estático. Pero la realidad es forma y materia, y el cambio consiste en que la materia pasa de una forma a otra.

Esto no es suficiente, según Aristóteles, porque el cambio no va hacia cualquier lado, sino que siempre tiende, salvo por accidente, hacia el orden (ya se sabe lo optimista que podía llegar a ser un griego, dado el agradable clima y buen vino de que gozaban).

¿Cómo puede ser esto? Aristóteles dice que lo que hay en el fondo de toda la naturaleza, es Actividad. Lo pasivo existe menos, y todo tiende a dejar de ser pasivo y convertirse en activo. Esto equivale a que la materia tiende a recibir forma, cada vez más perfecta.

Los seres que ya disfrutan de un orden perfecto (los astros) se mueven eternamente en el mismo movimiento perfecto, el círculo. Entre los seres inferiores (todos los que habitamos aquí en la Tierra, bajo la Luna), son más perfectos los vivos que los inertes, y entre los vivos, más los que sienten y más todavía los que piensan.

Cada ser tiene en potencia una forma propia que realizar, y todo ser tiende a realizarse, a llegar a su forma adecuada. Podría decirse que todo ser tiende a estar en forma, a ser activo.
Pero estar en forma no es estar cachas. La más activa de las actividades, la más perfecta de las formas, es la actividad de los seres inteligentes. Quienes oponen Pensar a Actuar se equivocan totalmente, porque no hay mayor actividad que el pensamietno. Por eso la mejor y más feliz y realizada de las vidas, es la del que se comporta de acuerdo con la inteligencia y así se realiza lo más que puede, dadas las circunstancias.

¿Cómo puede algo pasar de estar en potencia a estar en acto? ¿No es esto tan milagroso como decir que de la nada sale algo, o que la inteligencia sale de la evolución? Sí, lo es. Por eso, dice Aristóteles, algo sólo pasa de potencia a acto gracias a otra cosa que ya está en acto, y que llamamos su causa. Por ejemplo, un escultor (que ya tiene en acto la idea) la plasma en el bronce o el mármol; un maestro enseña a un alumno… Pero ¿quién enseñó al maestro? O, mejor dicho, ¿cuál es la causa de todas las cosas? A poco que lo pensemos (bueno, a mucho que lo pensemos, quizás) veremos que, si no queremos sacar todo de la nada, la causa de todo cambio y todo suceso en la naturaleza, tiene que ser un ser que esté del todo en forma, que sea pura actividad, nada pasivo. Aquí está “el Dios” de Aristóteles. Curiosamente, el ser más activo, no se mueve, porque moverse es, al fin y al cabo, una imperfección… ¿Cómo mueve Dios a las cosas? Aquí Aristóteles se pone muy poético y profundo: la divinidad mueve sin moverse, como mueve lo que es amado.

(También podéis, acerca de Aristóteles, leer esto:
http://cavernisofia.blogspot.com/2009/11/platon-y-aristoteles-se-encuentran-en.html )

¿Platón, o Aristóteles, o los dos, o ninguno de los dos?