-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.
(Platón)

sábado, 25 de enero de 2014

¿Cómo salir del "creo" para llegar al "sé"? La pregunta de Descartes

¿Podría uno reconocer que está dentro de una realidad virtual? (¡Otra vez la misma pregunta! ¿Recuerda alguien cómo se le puede contestar (si es que se puede)?)

Supongamos, por ejemplo, que al nacer te fue extraído el cerebro, se conserva vivo en una probeta y se le han conectado cables mediante los cuales recibes todos los estímulos que "crees" sentir.
O supón que vives desde tu nacimiento conectado a una máquina de realidad virtual,
o que estás dentro de un sueño (como decía el personaje de un drama de Calderón de la Barca "que toda la vida es sueño, y los sueños sueños son"),
o que eres realmente el avatar de alguien, o un personaje de una obra de ficción...

¿Cómo podemos saber si lo que que creemos ver es real, y no simples "fenómenos" o apariencias?
¿Cómo pasar del "creo" al "sé"?

martes, 14 de enero de 2014

La navaja de la pobreza. Occam y el final de la Edad Media

Occam es, quizás, el mayor “último medieval y primer moderno”.


-En el plano teórico, fue un nominalista empirista. La “navaja de Occam” es el principio metodológico que dice: “no hay que creer en más cosas de las necesarias”… ¿Necesarias para qué? Para explicar lo que ves, que es tu contacto primero y último con la realidad.

¿Para qué creer que el viento es movido por el dios Eolo, si basta con dar una descripción natural? ¿Para qué decir que la tierra es atraída por una “fuerza” gravitatoria, si basta con decir que el planeta sigue una geodésica (una elipse, concretamente) alrededor del sol? ¿Quién ha visto a Eolo o a la Fuerza? Eso son imaginaciones: nos gusta creer que la naturaleza es como nosotros, persona, espíritu. Pero… ni nosotros somos espíritus, sino cuerpos físicos.

El mundo sería igual tanto si existen los espíritus como si no, si fue creado por Dios como si no. Pero es más simple creer que no hay espíritus ni dioses, luego…
Aunque, aquí uno puede tener fe y creer, ciegamente (o luminosamente, dirá él) que hay dioses y demonios. Pero no podrá demostrarlo científicamente.
Así que separemos de una vez por todas Fe y Razón

-Occam defendió la pobreza también en la moral. “No hay que tener más cosas de las necesarias”, podríamos decir. ¿Necesarias para qué? Para ser bueno. ¿Bueno? ¿Qué es eso? ¿Dónde está lo bueno?

Miremos en el mundo: no, ahí no. En el mundo lo que hay, según la ciencia (que el propio Occam consideraba única legítima), son Hechos, no Valores. No es mejor la vida que la muerte, la desigualdad que la igualdad, al menos desde un punto de vista físico. Un objeto es azul, vivo, inteligente, pero no bueno o justo o correcto.

Entonces ¿quién dice qué es Bueno, lo Justo, lo Correcto?
Para el creyente, Dios.
Pero ¿lo Bueno, lo quiere Dios porque es Bueno, o es Bueno porque lo quiere Dios?
Si fuese lo primero (como creían los “racionalistas” incluido Tomás de Aquino) entonces habría valores objetivos, a los que el propio Dios debería atenerse, y nosotros podríamos, quizás, descubrir pensando.
Pero entonces Dios no sería libre, igual que uno no es un monarca absoluto si se tiene que atener a una constitución, sea escrita en papel o en su conciencia. Libre es quien puede elegir una cosa o la contraria, sin tener que dar explicaciones ¿no?

“Si Dios hubiese querido que fuese bueno odiar a tu padre, eso sería lo bueno”, creía Occam.

Así que olvídate de llegar por tus propios medios a saber qué es bueno. O crees en la religión, ciegamente y sin preguntar, o, si eres ateo… nada tendrá ningún valor, salvo el que tú, como monarca absoluto de ti mismo, le des (en ese momento, claro).

Aquí está todo lo moderno:

-Separación de fe y Razón, Iglesia y Estado, Valores y Hechos…
-Irracionalismo de los valores, la creencia… o sea, todo lo que tiene algún sentido.
-O fideísmo o individualismo absoluto.
-la razón como simple instrumento para la tecnología y el comercio.
-Al final: nihilismo: nada tiene sentido en sí mismo.

Todo esto lo heredó Lutero, y el pensamiento “científico-burgués”.

¿Reconoces esto en tu vida y en tu entorno?
¿Es mejor la situación moderna que la medieval?
¿Crees deseable y viable alguna otra opción?

jueves, 9 de enero de 2014

El síntoma del "síndrome de Diógenes" (de nuestra cínica hipocresía)

Hablando de los “grandes” me había olvidado (¡como no!) de los pequeños.

Diógenes de Sinope, "el Cínico" (siglos IV – III a. c.), quiso vivir de manera natural, es decir, sin los artefactos artificiales y las artimañas arteras de la sociedad y la convención. Por eso su casa era una tinaja, y sus únicas propiedades, un manto, un zurrón, una garrota y un cuenco… hasta que vio a un niño que cogía el agua con las manos, y entonces Diógenes se deshizo de su cuenco: "Este niño me ha enseñado que tenía cosas que no necesito".

Se dice que andaba con una linterna, diciendo que buscaba un humano. Pero, claro, sólo encontraba políticos, profesores, abogados, trabajadores, amas de casa…

Un día se masturbaba en la plaza pública de Atenas, y algunos ("gentecilla de bien" los llamaría Brassens) le reprendieron. Él contestó: -¡Ojala el hambre se quitase también sólo con frotarse la barriga!

Una vez Alejandro Magno fue a verle y le preguntó: -¿Puedo hacer algo por ti? Diógenes contestó: -Sí, que te quites, porque me tapas el sol.

No sé bien por qué extraños caminos se ha llegado a identificar su nombre con esa “enfermedad” (síndrome) de algunas personas que acumulan basura. Lo que demuestra esto para mí es que el verdadero síndrome de Diógenes lo padecemos los demás (incluido el santísimo Platón, que, según se cuenta, llamaba a Diógenes “Sócrates delirante”), porque sólo alguien que, como nosotros, esté con la mierda hasta el cuello es capaz de
-no darse cuenta de que los que acumulamos mierda somos los que tenemos mil cosas que no necesitamos y nos esclavizan

-confundir la libertad con la miseria y la riqueza con la higiene

(quien no se identifique con esta descripción, que no se sienta aludido)

Porque ¿Qué es la mierda?

(Os recomiendo esta canción, un poema del poeta y pensador español Agustín García Calvo, con música de Amancio Prada:
Libre te quiero



Pero no mía, ni de Dios ni de nadie, ni...
tuya siquiera

Aristóteles: de cómo es estar en forma

Aristóteles intenta explicar ese misterio que tenemos ante los ojos a cada momento: la realidad, la naturaleza.
Platón, como vio que la naturaleza no se ajusta a nuestro pensamiento abstracto, simplemente la negó. Pero la naturaleza existe, eso es evidente. Y es cambio.

Pero ¿cómo es la naturaleza?, se preguntó Aristóteles: ¿cómo es posible esa maravilla del cambio y la vida?

Los materialistas dicen que todos los fenómenos son sólo estados de una sustancia única, la materia. La Materia puede adoptar cualquier forma. Pero entonces… no tiene ninguna. ¿Cómo pueden salir las formas a partir de lo informe? Eso es como sacar algo de la nada. Aristóteles rechaza esta “explicación” (y este tipo de explicación está hoy muy de moda: se dice que la inteligencia nace de la evolución biológica, que las leyes físicas salen de la materia…). No, la forma no sale de la materia, en esto tenía razón Platón.
Pero Platón (y Parménides y Pitágoras) cometieron un error muy corriente: confundir cualidades con cosas, conceptos con realidades. Es propio de un pensamiento primitivo convertir en cosas o sustancias todo lo que podemos nombrar. Por ejemplo, los primitivos lo personificaban todo: el frío, la muerte, la guerra… Engañados por el lenguaje, creemos que ‘Blanco’ es un sustantivo, y se refiere a una cosa. No, es una simple cualidad de ciertas cosas. Y eso pasa con todas las formas. Las formas (Ideas) son aspectos de las cosas, no cosas.


Las formas están mezcladas con la materia, y esta es la explicación de la Naturaleza. Si sólo hubiese materia, todo sería caos indistinguible; si sólo hubiese formas, todo sería estático. Pero la realidad es forma y materia, y el cambio consiste en que la materia pasa de una forma a otra.

Esto no es suficiente, según Aristóteles, porque el cambio no va hacia cualquier lado, sino que siempre tiende, salvo por accidente, hacia el orden (ya se sabe lo optimista que podía llegar a ser un griego, dado el agradable clima y buen vino de que gozaban).

¿Cómo puede ser esto? Aristóteles dice que lo que hay en el fondo de toda la naturaleza, es Actividad. Lo pasivo existe menos, y todo tiende a dejar de ser pasivo y convertirse en activo. Esto equivale a que la materia tiende a recibir forma, cada vez más perfecta.

Los seres que ya disfrutan de un orden perfecto (los astros) se mueven eternamente en el mismo movimiento perfecto, el círculo. Entre los seres inferiores (todos los que habitamos aquí en la Tierra, bajo la Luna), son más perfectos los vivos que los inertes, y entre los vivos, más los que sienten y más todavía los que piensan.


Cada ser tiene en potencia una forma propia que realizar, y todo ser tiende a realizarse, a llegar a su forma adecuada. Podría decirse que todo ser tiende a estar en forma, a ser activo.
Pero estar en forma no es estar cachas. La más activa de las actividades, la más perfecta de las formas, es la actividad de los seres inteligentes. Quienes oponen Pensar a Actuar se equivocan totalmente, porque no hay mayor actividad que el pensamietno. Por eso la mejor y más feliz y realizada de las vidas, es la del que se comporta de acuerdo con la inteligencia y así se realiza lo más que puede, dadas las circunstancias.

¿Cómo puede algo pasar de estar en potencia a estar en acto? ¿No es esto tan milagroso como decir que de la nada sale algo, o que la inteligencia sale de la evolución? Sí, lo es. Por eso, dice Aristóteles, algo sólo pasa de potencia a acto gracias a otra cosa que ya está en acto, y que llamamos su causa. Por ejemplo, un escultor (que ya tiene en acto la idea) la plasma en el bronce o el mármol; un maestro enseña a un alumno… Pero ¿quién enseñó al maestro? O, mejor dicho, ¿cuál es la causa de todas las cosas? A poco que lo pensemos (bueno, a mucho que lo pensemos, quizás) veremos que, si no queremos sacar todo de la nada, la causa de todo cambio y todo suceso en la naturaleza, tiene que ser un ser que esté del todo en forma, que sea pura actividad, nada pasivo. Aquí está “el Dios” de Aristóteles. Curiosamente, el ser más activo, no se mueve, porque moverse es, al fin y al cabo, una imperfección… ¿Cómo mueve Dios a las cosas? Aquí Aristóteles se pone muy poético y profundo: la divinidad mueve sin moverse, como mueve lo que es amado.

(También podéis, acerca de Aristóteles, leer esto:
http://cavernisofia.blogspot.com/2009/11/platon-y-aristoteles-se-encuentran-en.html )

¿Platón, o Aristóteles, o los dos, o ninguno de los dos?