-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.
(Platón)

miércoles, 26 de marzo de 2014

La sinrazón de los racionalistas; razones para el irracionalismo (Nietzsche II)

Nietzsche es un filósofo. Como para todos los filósofos, su pregunta fundamental, la que se hizo y nos hace en todo momento, es ¿qué sentido tiene nuestra vida? Pero Nietzsche cree descubrir que lo que nos han contestado hasta ahora los sabios, es falso.


El razonamiento metafísico

¿Qué han dicho sobre eso los grandes sabios de la humanidad?

En nuestra cultura europea esos sabios (o lo más parecido a ellos) son los filósofos. Entre todos ellos, el padre de todos ellos, Platón (y Sócrates), dijo mejor y más claramente que ninguno la respuesta ortodoxa.

Para empezar, esa respuesta había que buscarla en el Conocimiento. Para Platón y todos los filósofos el sentido de la vida está en el Conocimiento, en la búsqueda de la Verdad.

Y ¿cuál es esa verdad? La Verdad, han dicho, está más allá de lo que vemos, más allá del mundo físico y sensible, en un mundo perfecto de esencias, al que sólo podemos llegar mediante la razón.


¿Por qué creían esto los filósofos? Lo que percibimos naturalmente, dicen, es un mundo de cosas variadas y en continuo cambio. Todo nace y todo muere, nada es igual a nada, y nada permanece igual ni a sí mismo. Pero, dice el filósofo (Platón), no podemos pensar ni comprender nada si todo está cambiando. Ni siquiera eso que está cambiando podemos pensarlo si no es mediante ideas que no cambian nunca.

Los fenómenos pueden cambiar de cualidades o características (una cosa caliente se enfría, una cosa pequeña crece, una cosa achatada se estira…) pero las cualidades en sí mismas, las ideas o formas, no pueden cambiar: el Calor no es nunca Frío, es sólo el Calor; la Pequeñez no es Grande; lo Achatado no es lo Estirado…

De aquí el Filósofo pasa a la siguiente afirmación: los fenómenos que percibimos no son la verdadera realidad, sino apariencia, ilusión… porque son en sí contradictorios, incognoscibles. El filósofo debe buscar la realidad en sí, que está más allá de las apariencias que nos presentan los sentidos. Esas Ideas sólo se pueden alcanzar con la Razón, y son eternas e inmutables.

Hasta aquí llega el razonamiento del Metafísico, que le lleva a dividir la realidad en dos mundos:

  1. El Mundo Ideal, que es el verdaderamente real según la metafísica, es racional (no sensible), eterno, no cambia. Es el mundo del Ser.
  2. El Mundo Material es sensible, ilusorio, cambiante: es el mundo de Devenir.


Kant, aunque dijo que la metafísica no podía ser ciencia, no supuso en realidad un gran cambio en el esquema metafísico. También según él los fenómenos esconden detrás una realidad en sí. La diferencia con Platón y el antiguo racionalismo es que Kant ya no se atreve a decir que podemos conocer ese mundo de las esencias: la metafísica lleva siglos dando vueltas sobre sí misma, sin convencer a nadie, y quedando en ridículo ante el progreso real de las ciencias de la naturaleza, basadas en los fenómenos. Pero Kant le deja un hueco de honor al mundo Ideal, en su Crítica de la Razón Práctica: mediante nuestro imperativo moral incondicional podemos postular que somos seres espirituales y libres, y que seremos juzgados por un Dios.

Pero ¿es correcto el razonamiento del metafísico?


El fallo del razonamiento racionalista

El razonamiento racionalista o metafísico se reduce a lo siguiente:  
Si no existiesen Ideas, es decir, esencias eternas e inmutables de las cosas, el conocimiento sería imposible, la realidad sería incognoscible. Así que tiene que existir un mundo de Ideas, que es la verdadera realidad, de la cual este mundo cambiante es sólo una apariencia, debida a nuestra ignorancia.

Pero este razonamiento, dice Nietzsche, es una falacia. ¿Quién nos ha dicho que el mundo tiene que estar hecho para que lo comprendamos nosotros? De nuestra pretensión de racionalizarlo todo no se deduce que la realidad tenga que ser así, racional. El metafísico inventa cómo le gustaría que fuese el mundo para que él lo comprendiese.

Y, de hecho, podemos ver que la creencia del metafísico es falsa. El mundo es un caos de sorpresas, con algunas islas de estabilidad, pero no sabemos cuánto durará esa estabilidad. No podemos asegurar nada.

Platón dijo que existen las ideas eternas, Kant aseguró que tenemos conocimientos sintéticos a priori. ¿Cómo demostraron esto? Diciendo que tenemos una gran certeza de que las matemáticas no van a cambiar. Pero una gran certeza no garantiza nada: es sólo nuestra necesidad de tener esa fe.


Cómo nacieron los conceptos

La verdad es la inversa a la que cree el metafísico: no es que estén las ideas en la razón y el mundo natural sea una imagen de ellas, sino que las ideas son una creación del "hombre". (Entre paréntesis Hombre, porque Hombre es una idea más, abstracta y ficticia como lo son todas las ideas).


La realidad es lo individual y pasajero, el “devenir” o suceder. Nosotros intentamos conocer esa realidad mediante ideas. Toda idea comienza siendo un signo individual, que vale para un suceso concreto. Pero usamos ese signo, como una extensión o metáfora, para todo aquello que se parece algo a ese suceso. Aunque no hay dos hechos ni dos cosas idénticos ni un momento (dos hojas iguales), unos se parecen a otros en ciertos aspectos. Nosotros agrupamos en nombres los parecidos, y clasificamos todos los hechos particulares en supuestas ideas universales (la idea 'Hoja'). Realmente nada es universal, ni siquiera el lenguaje con el que nos referimos a las ideas generales.

Así que el conocimiento falsea los hechos, para poder someterlos a leyes universales.
En verdad, nada tiene unidad, nada es sustancial, nada es permanente, nada tiene ninguna finalidad. Cuanto más general es una idea, más vacía y alejada está de lo que pasa, de la realidad, del mundo del cambio. Las ideas más universales y vacías son la especialidad del metafísico: Ser, Sustancia, Unidad, Fin… En ellas no queda nada ya del cambio y vida que es la realidad.


Cuestión de perspectiva

Si las ideas las inventamos nosotros, el mundo es como queramos verlo.
Ya Kant dijo que imponemos al mundo nuestra forma de verlo, pero se equivocó al pensar que esa forma era igual en todos: cada individuo puede crear su propia forma de ver el mundo, decidiendo fijarse en unos u otros parecidos de las cosas, según sus intereses vitales. La realidad es perspectivista, no hay una Verdad universal y única. Todo es interpretación, no hay hechos puros y objetivos.


El Pragmatismo. “Al principio fue la Acción”

Pero ¿Por qué han inventado los hombres esta visión metafísica, estática, ordenada, absoluta?

Esta pregunta es más importante todavía: no se trata de señalar el error metafísico, porque, al fin y al cabo, si todo es perspectiva o interpretación y no hay verdades absolutas, tampoco el perspectivismo puede ser una verdad absoluta.

Pero detrás del error metafísico hay un error mayor, que es precisamente creer que la respuesta al sentido de la vida está en el conocimiento.

¿Por qué han dado los filósofos tanta importancia al conocimiento, hasta considerarlo la única actividad respetable? ¿Por qué el máximo mandamiento es no-mentir? La explicación, dice Nietzsche, hay que ir a buscarla “detrás” del conocimiento y de la metafísica. Como hemos dicho, la realidad depende de nuestra decisión al mirarla. No hay una realidad única, fuera de nuestros intereses. Seleccionamos una u otra forma de ver el mundo, unas u otras ideas, según nuestros interesas prácticos, es decir, según nuestra Voluntad, no según nuestro Conocimiento. Las teorías de los filósofos, los pensamientos de las personas, esconden detrás una voluntad, una forma de querer la vida. Detrás de toda teoría, hay una moral.

Hay que hacer psicología y genealogía de los filósofos y de las creencias metafísicas de los hombres, preguntarse por qué han creído tal cosa. Hay que situarse “más allá del bien y del mal” para ver qué moral se esconde tras cada visión del mundo.

Así que, contra lo que piensan los filósofos tradicionales, es la Voluntad la que está detrás de toda teoría: es una actitud vital la que promueve una forma de ver las cosas. Por tanto, debemos dirigir nuestra mirada desde el Conocimiento hacia la Decisión

(Esto es similar a lo que dijo Marx: las ideas son “superestructuras” producidas por las relaciones materiales. Por debajo de las ideas está la acción). Como dice Goethe, “al principio fue la Acción”.


Las verdaderas razones del racionalista. La moral de la metafísica

¿Qué moral hay detrás de la visión tradicional, de la visión metafísica de la existencia? ¿Por qué los hombres “necesitan” tanto las ideas universales? La “razón” es que un mundo en que todo cambia, en que no se sabe nunca qué va a ocurrir dentro de un rato, es un mundo peligroso, causa temor. Nos conviene creer que la naturaleza es previsible, y buscamos todos aquellos fenómenos que se repiten. Así creemos que todo está regido por leyes que hacen totalmente previsible el futuro.


¿Qué actitud vital, entonces, está detrás de esta búsqueda de seguridad de la metafísica y la ciencia? Sólo una actitud vital que busca, sobre todo, seguridad y tranquilidad. Es decir, sólo una actitud vital temerosa, débil… que rehúye el riesgo y la aventura, que se dedica más a reaccionar que a la acción, que teme más que vive.

Supongamos por un momento que la ciencia llegase a describir todo según leyes. Se sabría entonces todo lo que va a pasar, lo que me va a pasar a mí mismo (porque yo soy una pieza más del mecanismo universal). ¿Qué pasaría entonces con la Vida? Simplemente se acabaría, porque ya no habría nada que decidir ni que hacer, todo estaría paralizado.

Quien busca seguridad, busca la nada, busca la muerte.
Así que la actitud que hay detrás de la búsqueda de seguridad, en la metafísica y en las ciencias, es la actitud de la falta de fuerza vital, de la debilidad, de la cobardía.

Un ser vital, no quiere que todo esté quieto, sino que haya sorpresas y caos.

“A la realidad se la ha despojado de su valor, de su sentido, de su veracidad en la medida en que se ha fingido mentirosamente un mundo ideal… El “mundo verdadero” y el “mundo aparente” –dicho con claridad, el mundo fingido y la realidad… Hasta ahora la mentira del ideal ha constituido la maldición contra la realidad, la humanidad misma ha sido engañada y falseada por la mentira hasta en sus instintos más básicos – hasta llegar a adorar los valores inversos de aquellos solos que habrían garantizado el florecimiento, el futuro, el elevado derecho al futuro”. (Ecce homo Prólogo, 2).

En resumen, la visión metafísica del mundo es falsa porque confunde la realidad con un mundo inmutable creado mediante metáforas (error teórico), un mundo ideal creado para dar seguridad a una actitud vital cobarde e inadaptada, que teme el cambio y el riesgo que supone la vida (error práctico).

No hay comentarios:

Publicar un comentario